Los Sims es un juego muy popular mundialmente. El videojuego tiene una dinámica sencilla, se basa en manejar un Sim, un muñequito humano, y hacer una vida normal con él. Ir a trabajar, comprar cosas para su casa, diseñarla, ponerle jardín, enrollarse con madio barrio, etc.
Una de las cosas importantes en Los Sims son los amigos, para ir ascendiendo en los puestos de trabajo y ganar así más dinero para comprarte una tele de plasma, necesitabas amigos. Cada vez más. Eso era un suplicio, mantener el nivel de amistad con las personas del barrio es jodidísimo.
Más de una vez me he tirado de los pelos pensando (o gritando) ¡esto es absurdo! ¡por qué necesitas 10 amigos para ascener!
Varios años después me he dado cuenta que España funciona como Los Sims, si quieres promocionarte no necesitas ser un trabajador bueno, un gran empleado o una mente maravillosa. Necesitas amigos. Gente afín hasta en el infierno, como dice el refrán. Amigo del jefe, salir de copas con el alcalde, chuparsela al pez gordo de turno, en fin, lo normal en este país. Más de un negocio se ha cerrado frente a una tapita de patas de calamares con una cerveza en la mano. Eso cuando el jefe no te pide una copa...
Y es que mis queridos lectores, los Sims tenían razón y mis rabietas eran infundadas. Hay que saber cuando uno se equivoca, ¿no?
Una de las cosas importantes en Los Sims son los amigos, para ir ascendiendo en los puestos de trabajo y ganar así más dinero para comprarte una tele de plasma, necesitabas amigos. Cada vez más. Eso era un suplicio, mantener el nivel de amistad con las personas del barrio es jodidísimo.
Más de una vez me he tirado de los pelos pensando (o gritando) ¡esto es absurdo! ¡por qué necesitas 10 amigos para ascener!
Varios años después me he dado cuenta que España funciona como Los Sims, si quieres promocionarte no necesitas ser un trabajador bueno, un gran empleado o una mente maravillosa. Necesitas amigos. Gente afín hasta en el infierno, como dice el refrán. Amigo del jefe, salir de copas con el alcalde, chuparsela al pez gordo de turno, en fin, lo normal en este país. Más de un negocio se ha cerrado frente a una tapita de patas de calamares con una cerveza en la mano. Eso cuando el jefe no te pide una copa...
Y es que mis queridos lectores, los Sims tenían razón y mis rabietas eran infundadas. Hay que saber cuando uno se equivoca, ¿no?
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