miércoles, 13 de agosto de 2008

El término medio.

Buenas tardes de nuevo. Hoy se me ha ocurrido hablar sobre un tema que parece tan obvio, que normalmente nos olvidamos de él. El término medio. La moderación. Estaba yo viendo las olimpiadas tranquilamente tirado en la cama como es costumbre cuando leo la noticia de las primeras víctimas del dopaje. El dopaje, desde mi punto de vista, no es sino otra forma de extremismo. El deporte llevado al último, a las trampas, al jugarte la salud o el cuerpo por una competición. A intentar defender algo, o luchar por ello de una manera excesiva.


Ya Aristóteles en su tiempo elogiaba la prudencia y la moderación para llegar al virtuosismo y seguramente antes más de uno lo pensó o incluso lo dijo, pero mis conocimientos no dan para tanto, así que podemos ponerlo como primer defensor del término.
Si analizamos concienzudamente cualquier aspecto del mundo, podemos observar que llevado al extremo se convierte en un vicio y algo no demasiado bueno.
Supongamos la religión como algo bueno (y ya es muuuucho suponer), algo que quiere llevar a una sociedad al cielo a base de buenas acciones y buena fe. No hace falta que explique los resultados del cristianismo o islamismo extremista -por poner dos religiones conocidas-, sois lo suficientemente listos.
Política. Se entiende que los partidos políticos son una serie de personajes que representan una parte de la sociedad para que dirijan una región según la voluntad del pueblo. Eso suena genial ¿verdad?, divino. Creo que tampoco hace falta que explique los problemas o peligros que conlleva un partidismo extremo. Que bien lo estamos sufriendo ya.
¿Comida?¿Bebida?... todo podemos analizarlo y todos sabemos que son buenos en justa medida y fatales en exceso.
Incluso cierto personaje -que no recuerdo- dijo alguna vez que lo único que es bueno en su totalidad es la buena fe, o buena voluntad pero hasta ahí estoy en desacuerdo. Pues no siempre seguir el camino de la buena voluntad implica realizar buenas acciones. Como ejemplo puedo decir que Hitler (si, el desgraciado que jodio media Europa y asesinó a millones de judíos) actuaba de buena fe. Él para sí creía que así haría un mundo mejor, un mundo más puro y más justo. Gilipollas.

Con esto quiero decir, que habrá que intentar controlar los extremos y estar un poco abierto a el resto de opiniones. Controlar un poco los vicios que no den demasiados sustos - y me autoregaño con eso- y buscar un poco el término medio.

{Que lo más provable es que yo sea el primero que me cierre en muchos aspectos, pero lo hago de buena fe ;-) }

Un saludo.

1 comentario:

  1. Vamos, se resume el vieja frase "No ser más Papista que el Papa".

    Saludos

    ResponderEliminar