domingo, 29 de diciembre de 2013

Causa perdida

Causa mejor es causa perdida,
perdida no hay más perdida,
que aquella no luchada,
y lucha no hay más difícil,
que por una causa perdida.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Como cambiar toda esta mierda

Cuando he leído la nueva subida de luz en enero, he vuelto a pensar lo de siempre: esto es una mierda. Otra subida más, un poco más de empobrecimiento, un poco más de risa a nuestra costa... mearnos encima y decir que llueve.

Los periódicos nos engañan , los bancos nos engañan, los políticos nos engañan una y otra vez y a la sociedad parece que le da lo mismo. España se va a la mierda, La UE a veces parece un sueño con final sangriento, el Euro fue un fraude, los intereses nos comen, el paro es una salvajada y la gente joven que puede sacar esto adelante prefiere hacerlo en otro país.

La verdad es que, datos en mano, está todo muy negro. Como si hubiesen colocado un mojón en Madrid con un petardo dentro. Tenemos una capital quemada y un país lleno de mierda.

Entonces, como buen ingeniero, pienso en buscarle solución. Medidas y acciones que permitan que todo esto cambie, y que mi vida sea mejor porque mi país esté mejor gestionado y el telediario sea menos desagradable... Y comienzo:

No puedo  evangelizar a 18 millones de personas que, como buenos votantes del ppsoe, han contribuido a esto.

No puedo entrar en la dirección de las grandes multinacionales que gobiernan hay en este país, reducir el sueldo de todos los jefes, despedir a todos los consejeros políticos, primos, sobrinos y amigos de políticos, trepas e inútiles en general, subir el sueldo al empleado medio e intentar hacer una empresa responsable con los clientes, el entorno y los trabajadores.

No puedo entrar en la administración pública y mandar a paseo a todos esos funcionarios torpes y vagos que acomodados, en sus sillones, esperan la hora del descanso y aplican la ley del mínimo esfuerzo en cada una de sus variantes. Tampoco puedo sustituir esos gastos con corbata por profesores, científicos, médicos y personal cualificado.

No puedo invertir en educación ni establecer un plan de estudios basado en el aprendizaje y no en el paso de exámenes. Ni conseguir que nuestros hijos y nietos sepan inglés porque se lo enseñen en el colegio (y no la mierda que se enseña ahora). Ni siquiera nuestro presidente sabe inglés, algo que me avergüenza más que a él, al parecer.

No puedo invertir en ciencia e innovación para que en el futuro tengamos un crecimiento constante y sostenido.

Son objetivos demasiado difíciles e irrealizables y como creo que no podré alcanzarlos en un periodo de tiempo razonable, y sé ponerme objetivos, decidí olvidarlo.

Pero yo soy optimista. Por naturaleza. Por naturaleza y por cojones. Porque hay que tener cojones para ser optimista en esta época, pero lo soy. Y creo que todos podemos serlo y todos podemos ayudar a que la situación deje de ser la que es. Y yo lo hago a mi manera. No participo, por regla general, en manifestaciones, huelgas generales, piquetes, sindicatos o asociaciones de consumidores (aunque cambiaré esto último, creo que me haré socio de FACUA pronto). No estoy involucrado con ningún partido político ni tampoco tengo intenciones de momento. No estoy en el 15M, ni en ningún movimiento relacionado, aunque apoyo la mayoría de sus iniciativas.

Me he planteado como objetivo cambiar mi entorno. O al menos, conseguir que mi entorno sea bueno. Que yo esté a gusto y que mi vida sea la que yo quiero.

Puedo ser justo. Conmigo y con la gente que me rodea y puedo exigir que sean justos conmigo y luchar porque pase. Justo con mi pareja y mis amigos, con mis compañeros de trabajo, con mis jefes y con mi empresa. Considero que estoy en una empresa que me valora e intento valorarlo de igual forma. Intento que me paguen lo que creo que debo ganar, no sólo dinero, sino todo lo demás. Y si algún día soy jefe de algo, querré ser un jefe justo que trate bien a los suyos. Soy seguidor de las relaciones win-win y creo que es la única forma de que esto funcione.

Puedo elegir donde estoy. Si no me gusta la empresa en la que estoy porque me tratan mal, el jefe es un imbécil, o mi sueldo es muy inferior a lo que produzco para ellos; me voy. Y me voy hasta que encuentre un sitio donde se trabaje a gusto. Uno de los problemas de esta sociedad es que tragamos con todo, y sino tragas tú, habrá otra persona que lo haga. Gracias a eso hay jefes gañanes, trabajos de mierda y empresas en la que el único que sale ganando es el que las fundó.

Puedo informarme mucho. Intento estar más o menos al día de la situación política del país. Intento leer y escuchar diferentes fuentes de diferentes ideologías, aunque he de reconocer que me cabrea de sobremanera leer periódicos como La Razón. Con todo ello intento meditar mi voto en las elecciones y hacer que sea hacia el partido que más confianza me inspire. Intento ser objetivo. Estoy seguro que PP y PSOE tienen seguidores muy involucrados y formados que les votan porque, tras un estudio, creen de verdad que es lo mejor. Me parece genial y no les critico por ello (de verdad). También estoy seguro que son los menos. El problema político en España es un problema de falta de información de los votantes porque siempre leen, ven y escuchan medios de comunicación de masas, que están comprados

Puedo quejarme mucho. Si algo no me gusta lo digo. Y lo digo muchas veces y si está en mi mano intento cambiarlo. Se lo digo a los jefes, a los policías, a los profesores. No importa la autoridad y no importa las consecuencias que pueda tener. Intento hacerlo siempre de la forma correcta, sin faltar al respecto y exponiendo mis argumentos. A veces me han fallado las formas porque tengo un pronto muy fuerte (pero eso es otro tema). Para quejarte tienes que tener argumentos, y normalmente muy fuertes, sobre todo si te quejas ante alguien con más autoridad que tú; por lo que es conveniente informarte bien antes. Pide hojas de reclamaciones si crees que alguien te ha tratado mal en algún establecimiento o que tienes derecho a algo que no te han dado, ve a consumo, denuncia y protesta todo lo posible si como consumidor te han estafado o simplemente mentido. Utiliza las redes sociales si crees que ayudarán (muchas veces, una queja pública hace más daño a una compañía que todas las denuncias) y para ello pon datos objetivos que sean innegables.

Puedo dejar de consumir si me tratan mal como consumidor. He dejado de ir a bares que me han puesto mala cara. Tengo vetadas prácticamente todas las compañías de teléfono porque me han intentado engañar... En definitiva. Si alguien me putea, me pierde a mi como cliente y a todo el que pueda convencer por el camino.

En definitiva, creo que manifestarse y protestar ante las puertas del gobierno debido a su mala gestión está bien. Creo que las huelgas están bien. Creo que movilizarse como ciudadanos está genial. Creo que participar en la política activamente es bueno y sano y necesario. Y son cosas que no hago.

Pero creo que la verdadera forma de cambiar esto es siendo justos con la gente para que puedas exigir lo mismo, leyendo, informándote, quejándote y no dejando que nadie se ría de ti, ni se aproveche ni te tome como su juguete o entretenimiento.

Y mientras tanto, constrúyete un buen entorno. En una buena empresa, con unos buenos amigos y sé todo lo feliz que puedas, que la vida son dos días y uno se pasa durmiendo. Creo que es un buen propósito para 2014, ¿no?


;-)








lunes, 16 de diciembre de 2013

Escalera de color

Hace ya bastante tiempo que aprendí a jugar al poker, unos diez años aproximadamente. Recuerdo mis primeras partidas en Pokerstar y Caradepoker, jugando los torneos online gratuitos. También he disfrutado de no pocas timbas entre colegas bañadas con algún que otro cubata y un montón de risas. Además, he leído un poco al respecto y me he tragado más de un campeonato en horas intempestivas en la sexta, entre anuncio y anuncio de Jes Extender y Celia Blanco. Sin ser un experto en el tema (ni ganas) puedo decir que, más o menos, sé como va esto del poker.

Es un juego de estrategia y psicología, pero sobre todo es un juego de estadística. Si juegas bien, estadísticamente, ganarás. Cuando decides apostar o no apostar en una jugada, puedes guiarte por la intuición, por la cara del contrincante y por supuesto por las circunstancias y número de fichas de los rivales... pero sobre todo, por el porcentaje de victoria que tiene tu mano. Ahí valoras si, dado el porcentaje de victoria y las condiciones de la partida, merece la pena o no arriesgar, porque, amigos, es un juego de apuestas, riesgos y nervios disimulados.

Me gusta el poker porque es como la vida misma. Tienes unas cartas (igual que tus rivales), y el resultado de la partida dependerá de lo bien que las juegues tú, lo bien que las jueguen ellos, y lo bueno o malo que sea el River (última carta en salir en la modalidad Texas Holdem). Los rivales de mesa condicionan tu vida, y a veces tendrás la suerte de quitarte a algunos de los duros sin tener que enfrentarte a ellos. Cuando juegas las primeras partidas de poker, todo parece ser una cuestión de suerte, de tener una mano ganadora. Después te das cuenta de que, aunque la fortuna sea un factor a tener en cuenta, manejar la mesa y el adversario es mucho más determinante y cuando la cagas, te sueles dar cuenta.

No me gusta cuando la gente le echa la culpa al destino, a la suerte o a los demás, porque su vida no se ha desarrollado como querían. Amigo, revisa tu pasado y tu presente y critícate a conciencia. Posiblemente encuentres más de una cagada que te ha hecho llegar a donde estás.

Pero oye, el primer paso es detectar el problema para no repetirlo. Después busquemos los errores. Pero dejemos de echarle la culpa a la suerte de todo. Actúa bien y de buena voluntad, ponte buenos objetivos y alcanzables. Dibuja una hora de ruta para alcanzarlos. Lucha por ellos y trabaja centrando el esfuerzo en lo importante, y márcate un plazo para la consecución. Pasado el plazo, sino llegas, repite el proceso analizando donde fallaste y procurando evitarlo. Como en el poker, estadísticamente, acabarás ganando.

;-)


jueves, 12 de diciembre de 2013

Como un libro

Como un libro en la estantería esperando ser leído. Una vez y otra. Disfrutado, imaginado, vivido. Una vez sostenido y acunado como un niño. Sujetado con dulzura y acariciado con cariño.

Como un libro sonreído y comentado, compartido, recomendado, admirado cada página y cada letra. Una capítulo y otro, epílogo y prefacio, soñado ciento un veces por un niño.

Como un libro abandonado, olvidado y bajo polvo enterrado. Sujetado por libros igualmente abandonados olvidados y bajo polvo enterrados, hundidos y arrinconados. Desatendidos.

¡Qué feliz era siendo un libro, mientras era leído y disfrutado! Lástima que siempre acabe relegado, en una esquina, esperando un nuevo dueño y aletargado. Mismas letras, mismo ritmo, distintas sensaciones e igual destino.

Como un libro