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lunes, 16 de diciembre de 2013

Escalera de color

Hace ya bastante tiempo que aprendí a jugar al poker, unos diez años aproximadamente. Recuerdo mis primeras partidas en Pokerstar y Caradepoker, jugando los torneos online gratuitos. También he disfrutado de no pocas timbas entre colegas bañadas con algún que otro cubata y un montón de risas. Además, he leído un poco al respecto y me he tragado más de un campeonato en horas intempestivas en la sexta, entre anuncio y anuncio de Jes Extender y Celia Blanco. Sin ser un experto en el tema (ni ganas) puedo decir que, más o menos, sé como va esto del poker.

Es un juego de estrategia y psicología, pero sobre todo es un juego de estadística. Si juegas bien, estadísticamente, ganarás. Cuando decides apostar o no apostar en una jugada, puedes guiarte por la intuición, por la cara del contrincante y por supuesto por las circunstancias y número de fichas de los rivales... pero sobre todo, por el porcentaje de victoria que tiene tu mano. Ahí valoras si, dado el porcentaje de victoria y las condiciones de la partida, merece la pena o no arriesgar, porque, amigos, es un juego de apuestas, riesgos y nervios disimulados.

Me gusta el poker porque es como la vida misma. Tienes unas cartas (igual que tus rivales), y el resultado de la partida dependerá de lo bien que las juegues tú, lo bien que las jueguen ellos, y lo bueno o malo que sea el River (última carta en salir en la modalidad Texas Holdem). Los rivales de mesa condicionan tu vida, y a veces tendrás la suerte de quitarte a algunos de los duros sin tener que enfrentarte a ellos. Cuando juegas las primeras partidas de poker, todo parece ser una cuestión de suerte, de tener una mano ganadora. Después te das cuenta de que, aunque la fortuna sea un factor a tener en cuenta, manejar la mesa y el adversario es mucho más determinante y cuando la cagas, te sueles dar cuenta.

No me gusta cuando la gente le echa la culpa al destino, a la suerte o a los demás, porque su vida no se ha desarrollado como querían. Amigo, revisa tu pasado y tu presente y critícate a conciencia. Posiblemente encuentres más de una cagada que te ha hecho llegar a donde estás.

Pero oye, el primer paso es detectar el problema para no repetirlo. Después busquemos los errores. Pero dejemos de echarle la culpa a la suerte de todo. Actúa bien y de buena voluntad, ponte buenos objetivos y alcanzables. Dibuja una hora de ruta para alcanzarlos. Lucha por ellos y trabaja centrando el esfuerzo en lo importante, y márcate un plazo para la consecución. Pasado el plazo, sino llegas, repite el proceso analizando donde fallaste y procurando evitarlo. Como en el poker, estadísticamente, acabarás ganando.

;-)


lunes, 10 de mayo de 2010

Jugando a ser quien quiero ser

Los feos ligan más por Internet. Hasta con chicas bien guapas y que verían inalcanzables si se la encontrasen por la calle. Sin embargo tras una pantalla somos otra persona. Una persona más segura de sí misma, más interesante y atractiva. El éxito de Internet, de los chats, los foros o el Messenger a la hora de conseguir pareja, no es otro que el que viene dado por el cambio de personalidad que el propio medio nos invita a realizar. Bajo un Nick sugerente, divertido o romántico se sufre muchas veces un cambio de personalidad evidente. Creo que para mucha gente es fácil admitir como cierta la afirmación “en Internet soy otra persona”.

Esto es así por un conjunto de variables favorables que se dan en Internet:


§ El miedo al fracaso desaparece. Si algo sale mal en esa relación que has iniciado por Internet, nadie se entera, a esa persona no la vuelves a ver ¿a qué vamos a tenerle miedo?

§ Seguridad. Derivado del apartado anterior. La falta de miedo al fracaso proporciona seguridad para la interacción. Por todos es sabido que la seguridad es atractiva en sí misma.

§ Empezamos de cero. Cuando comienzas la interacción, esa persona no tiene ninguna referencia sobre ti. Ni amigos, entorno, etc. Es más, no va a conocer a tus amigos, ni va a salir por tu pueblo ni va a ver como eres en el trabajo, la universidad o el instituto. Puedes mostrarte como te dé la gana que pensará que eres así, lo fuiste siempre y te gusta.

§ Tienes tiempo de reacción. Siempre tienes esos segundos extra antes de contestar. Puedes encontrar esa frase ingeniosa que siempre buscas y siempre te llega segundos después (cuando ya no es necesaria). Evitamos el l’spirit de l’escalier (del francés, ingenio de la escalera).

§ Te creas el personaje. Te das la personalidad que quieras. Está íntimamente relacionado con empezar de cero y es consecuencia directa de ello, pero no es lo mismo. No es sólo comenzar desde el principio si no que además puedes moldear tu personaje. En la red serás quien quieras, como quieras, cuando quieras y del lugar que más te guste.


En definitiva: es más fácil ser quien nos gustaría ser. Lógicamente eso no le pasa a todo el mundo, hay personas lo suficientemente seguras de sí mismas como para poder ser dentro y fuera de la red la misma persona. Sin embargo, creo que no ando muy descaminado en mis teorías y conclusiones.

Todo esto no está basado en ningún libro de psicología, ni sacado del blog de nadie importante, simplemente es un conjunto de conclusiones a las que he llegado a través de mi experiencia personal. Yo mismo adquirí una personalidad en la red que posiblemente me hizo evolucionar fuera de ella y ser ahora lo que soy, alguien que se considera al menos seguro de sí mismo. Sin embargo, no hay duda de que me oculté como muchos otros tras la pantalla en un tiempo pasado y no me avergüenzo de ello, pues conseguir cambiar a mejor debe de ser motivo de orgullo y nunca de vergüenza.