Aún recuerdo cuando, hace no tantos años, llegaba a casa de algún campamento cargado de direcciones y números de teléfono. El móvil era una utopía de millonarios e internet más de lo mismo. Quizá una tecnología en alza que todos deseábamos y nadie tenía. Resultaba bastante complicado comunicarse asiduamente con amigos que viviesen fuera. ¡Ni siquiera teníamos tarifa plana de llamadas! y siempre acababa escuchando alguna voz de mi madre gritando que cuelgue, que es muy caro.
Ahora todo es diferente. Pides la dirección a cualquier persona... ¡y tiene una @! ya tienes que especificar, casi rogar, que lo que quieres es la dirección física, para poder escribir una carta. Si, las cartas siguen existiendo, es menos rápido pero sigue guardando aquel toque romántico. Me gustaba recibir sobres de cuando en cuando, aunque me costase una barbaridad escribirlas pues odiaba y sigo odiando mi caligrafía. Contaban anécdotas y chorradas, más o menos lo normal que se cuenta hoy por messenger cualquier tarde de domingo, pero daba mucha más ilusión. Yo las leía varias veces y seguro que sin buscar mucho encuentro alguna en los cajones.
Era un ritual. Ver el sobre, las postdatas escritas por fuera y aluno que otro decorado con bastante entusiasmo -seguro que se reía de mi el cartero- buscar corriendo un cuchillo y ¡ras!, con cuidado abrir la carta. Buscar corriendo la foto de rigor que solía venir y leer el texto con rapidez, de un primer vistazo, intentando encontrar la parte interesante. Luego despacio repasarla varias veces sin perder detalle y normalmente riendo a cada renglón.
Luego, corriendo saltaba por un bolígrafo y varios folios para contestar punto por punto y contar todas las noverdades de los últimos días. Sabiendo que cuando me tocase de nuevo escribir, ya tendría mil cosas que contar... y no le pondría un simple "¿Qué me cuentas?" como si del msn se tratase.
Internet, el correo, el msn... todo es realmente genial. Pero yo sigo añorando mis cartitas, aunque sólo sea un poco. Supongo que será puro romanticismo absurdo. :P
Un saludo.
Ahora todo es diferente. Pides la dirección a cualquier persona... ¡y tiene una @! ya tienes que especificar, casi rogar, que lo que quieres es la dirección física, para poder escribir una carta. Si, las cartas siguen existiendo, es menos rápido pero sigue guardando aquel toque romántico. Me gustaba recibir sobres de cuando en cuando, aunque me costase una barbaridad escribirlas pues odiaba y sigo odiando mi caligrafía. Contaban anécdotas y chorradas, más o menos lo normal que se cuenta hoy por messenger cualquier tarde de domingo, pero daba mucha más ilusión. Yo las leía varias veces y seguro que sin buscar mucho encuentro alguna en los cajones.
Era un ritual. Ver el sobre, las postdatas escritas por fuera y aluno que otro decorado con bastante entusiasmo -seguro que se reía de mi el cartero- buscar corriendo un cuchillo y ¡ras!, con cuidado abrir la carta. Buscar corriendo la foto de rigor que solía venir y leer el texto con rapidez, de un primer vistazo, intentando encontrar la parte interesante. Luego despacio repasarla varias veces sin perder detalle y normalmente riendo a cada renglón.
Luego, corriendo saltaba por un bolígrafo y varios folios para contestar punto por punto y contar todas las noverdades de los últimos días. Sabiendo que cuando me tocase de nuevo escribir, ya tendría mil cosas que contar... y no le pondría un simple "¿Qué me cuentas?" como si del msn se tratase.
Internet, el correo, el msn... todo es realmente genial. Pero yo sigo añorando mis cartitas, aunque sólo sea un poco. Supongo que será puro romanticismo absurdo. :P
Un saludo.